Irán lanzó un misil que impactó directamente en el hospital Soroka, en el sur de Israel, provocando una nueva y peligrosa escalada en el conflicto regional. Aunque no hubo muertos, el ataque generó fuertes reacciones del gobierno israelí, que promete una respuesta contundente. El mundo sigue con preocupación una crisis que ya no distingue entre blancos militares y civiles.
19/06/2025 Expreso Mendoza
El amanecer del jueves sorprendió a Israel con una noticia que cimbró al país entero: un misil lanzado por Irán impactó de lleno en el hospital Soroka, ubicado en Beersheba, al sur del país. Las imágenes difundidas en redes sociales —humo negro, escombros, ambulancias maniobrando entre vehículos calcinados— no tardaron en viralizarse. El ataque, que forma parte de una ofensiva más amplia de al menos 25 misiles balísticos disparados por Irán, se convierte en uno de los episodios más graves desde que comenzó la reciente escalada entre ambos países.
La ofensiva dejó daños importantes en el edificio principal del Soroka, uno de los centros médicos más relevantes del sur israelí. Aunque el proyectil destruyó parte de la estructura superior —más de cuatro pisos quedaron comprometidos—, milagrosamente no se reportaron víctimas fatales. Según el propio hospital, solo unas pocas personas sufrieron heridas leves. Sin embargo, el impacto psicológico fue devastador: el centro médico atiende a ciudadanos israelíes de todas las religiones, así como a pacientes palestinos, y se había mantenido hasta ahora fuera del foco directo del conflicto.
El primer ministro Benjamín Netanyahu no tardó en reaccionar. Desde su cuenta oficial, denunció lo que calificó como "un crimen de guerra" y prometió que los "tiranos de Teherán" pagarían el precio completo por este ataque. En la misma línea se expresó el ministro de Defensa, Israel Katz, quien aseguró que las fuerzas armadas intensificarán los ataques contra "objetivos estratégicos" en Teherán. “El régimen de los ayatolás ha cruzado una línea roja”, sentenció.
Mientras tanto, las sirenas también sonaron en el corazón del país. En localidades como Jolón y Ramat Gan —ambas en las inmediaciones de Tel Aviv— otros misiles impactaron, provocando destrucción parcial de edificios y dejando un saldo de al menos seis personas hospitalizadas con heridas de diversa gravedad. Además, el servicio de emergencias Magen David Adom informó que otras 89 personas resultaron afectadas, muchas de ellas por crisis nerviosas o accidentes sufridos mientras corrían a refugiarse.
Desde Irán, el ataque fue justificado como una represalia por los recientes bombardeos israelíes sobre instalaciones en territorio iraní, incluidos sitios cercanos a su programa nuclear. Sin embargo, el impacto sobre un hospital plantea una discusión mucho más delicada: el límite entre lo militar y lo humanitario. En declaraciones públicas, el presidente israelí Isaac Herzog subrayó que “atacar un centro médico donde se salvan vidas es un acto despreciable que expone la verdadera naturaleza del régimen iraní”.
El conflicto, que en las últimas semanas parecía encaminarse hacia una peligrosa estabilización, ha entrado ahora en una fase crítica. La comunidad internacional sigue con atención cada movimiento. Estados Unidos, con una presencia cada vez más visible en la región, ha advertido que una intervención directa de sus tropas podría escalar el conflicto a niveles regionales. Donald Trump, candidato presidencial y aún figura política influyente, advirtió que “todo el mundo debería evacuar Teherán inmediatamente”.
Las próximas horas son clave. Mientras Israel afina su respuesta y refuerza su sistema defensivo en ciudades estratégicas, Irán ha prometido represalias si el conflicto escala. La posibilidad de una guerra abierta en Medio Oriente ya no es una hipótesis remota, sino una amenaza latente. Y esta vez, el fuego no solo alcanza objetivos militares: golpea el corazón mismo de la vida civil.
Desde Beersheba hasta Teherán, el mensaje es claro. La guerra ha vuelto a tomar el centro del escenario. Y las víctimas, como casi siempre, son las personas comunes.
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Irán lanzó un misil que impactó directamente en el hospital Soroka, en el sur de Israel, provocando una nueva y peligrosa escalada en el conflicto regional. Aunque no hubo muertos, el ataque generó fuertes reacciones del gobierno israelí, que promete una respuesta contundente. El mundo sigue con preocupación una crisis que ya no distingue entre blancos militares y civiles.