River Plate se hunde en la vergüenza contra Talleres en la Supercopa Internacional

La final de la Supercopa Internacional 2025 contra Talleres no fue solo una derrota más para River Plate; fue una humillación. Después de 120 minutos de una actuación patética, el equipo de Marcelo Gallardo terminó cediendo en una tanda de penales que no solo expuso la incapacidad de sus jugadores para manejar la presión, sino que también reveló la desconexión total que existe entre el equipo y el cuerpo técnico. Un equipo que, teóricamente, debería ser uno de los mejores de América, hoy no solo se ve vulnerable, sino también completamente desorientado.

Desde el arranque del partido, River Plate mostró una desconcertante falta de ideas. Talleres, sin duda un equipo competitivo, pero sin el renombre ni los recursos de River, dominó gran parte del encuentro. El equipo de Gallardo no logró imponer su juego, y lo peor de todo: no supo reaccionar cuando el partido se volvió tenso. A pesar de tener a jugadores con calidad, como Nacho Fernández y Pablo Solari, River fue incapaz de generar jugadas claras de peligro. Y lo que es aún peor, el equipo mostró una falta de agresividad y profundidad alarmante. El "dominio" de la posesión se convirtió en pura circulación inofensiva, sin ninguna intención de romper la defensa de Talleres.

Si ya la falta de reacción durante los 120 minutos era preocupante, lo sucedido en la tanda de penales fue un verdadero desastre. Tres penales errados son un reflejo absoluto de la fragilidad mental de este River Plate. Fallar tres penales en una final no es solo un accidente: es un síntoma de una falta de preparación, concentración y, lo más grave, una total desconexión con la responsabilidad que implica vestir la camiseta de River Plate. Los jugadores se mostraron como amateurs, con ejecuciones que no solo fueron imprecisas, sino también completamente erráticas. Lo de Nacho Fernández fue una vergüenza: patear un penal de esa manera es inaceptable para cualquier jugador de élite. La excusa de los nervios no sirve en este contexto. Si no puedes soportar la presión de una final, no estás a la altura de jugar en River.

Y si los jugadores fueron responsables de la debacle, Gallardo no puede eludir la responsabilidad. La estrategia del equipo en todo momento fue ineficaz. Sin variantes, sin reacción ante los errores y sin la capacidad de leer el partido en momentos claves. Como técnico, Gallardo ha sido brillante en el pasado, pero en este encuentro, se vio completamente superado. Su incapacidad para hacer ajustes y su insistencia con un modelo de juego que no estaba funcionando dejaron en evidencia que el "Muñeco" no encontró la fórmula para sacarle jugo a un plantel lleno de talento, pero sin rumbo claro. Es difícil defender a un entrenador que, en una final tan trascendental, no mostró la capacidad de reaccionar ante la adversidad.

Los hinchas de River Plate no solo están enfadados: están profundamente preocupados. Este tipo de derrotas son inaceptables para un club de la magnitud de River. No se trata de perder un partido; se trata de perder con una actitud completamente equivocada, sin garra, sin concentración, sin alma. Los hinchas de River han visto a su equipo ganar muchas veces, pero también han visto a un club que se paraba firme en los momentos decisivos. Hoy, ese River Plate parece haber desaparecido. Y si Gallardo no se da cuenta de la magnitud de esta crisis, puede ser el inicio del fin de un ciclo que ya empieza a mostrar signos de agotamiento.

Esta derrota ante Talleres es mucho más que una simple caída en un torneo menor. Es un claro recordatorio de que River Plate necesita una revisión profunda, tanto a nivel táctico como emocional. Gallardo tiene que empezar a asumir que no tiene margen de error. No puede seguir confiando en lo que fue; debe adaptarse a lo que es, y lo que es hoy es un equipo que se muestra frágil y sin carácter. Los jugadores también deben asumir su parte de responsabilidad: si no tienen la fortaleza mental para jugar en un club como River, que se dediquen a otro deporte.

Este golpe debería ser un antes y un después para River Plate. O se reponen de inmediato, o este ciclo comenzará a desmoronarse de manera irreversible. Ya no hay excusas.