Argentina redefine su proceso electoral con la eliminación de las PASO

El Senado de la Nación aprobó recientemente la suspensión de las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) para las elecciones legislativas de 2025, lo que marca un cambio significativo en el proceso electoral argentino. La medida, que fue respaldada por 43 votos a favor, 20 en contra y 6 abstenciones, modifica la manera en que los partidos políticos definirán a sus candidatos, trasladando la selección a mecanismos internos sin la intermediación del voto ciudadano en una instancia previa. El argumento central del oficialismo para impulsar esta reforma se centra en el ahorro de recursos públicos, estimado en alrededor de 150 millones de dólares, y en la necesidad de evitar una instancia electoral que, en muchos casos, no cumple con su función original de ordenar las candidaturas dentro de cada espacio político. Desde la oposición, sin embargo, han surgido críticas sobre la transparencia y la equidad del nuevo esquema, ya que la eliminación de las primarias obligatorias podría favorecer a sectores con mayor estructura dentro de los partidos y limitar la participación de nuevos dirigentes en la competencia electoral.

Con esta decisión, el calendario electoral se reconfigura en función de las nuevas reglas. Entre las fechas más relevantes se destacan el cierre del padrón provisorio a fines de abril, la publicación del mismo en mayo y el inicio de la campaña electoral en agosto, cuando las fuerzas políticas ya deberán haber definido sus listas de candidatos. El 11 de septiembre comenzará oficialmente la difusión de la propaganda electoral en medios audiovisuales, mientras que el 24 de octubre se dará inicio a la veda previa a la jornada de votación, programada para el 26 de octubre. Tras el escrutinio definitivo, los legisladores electos asumirán sus bancas el 10 de diciembre.

Además de la eliminación de las PASO, el proceso electoral de 2025 estará marcado por la implementación de la Boleta Única de Papel a nivel nacional, un sistema que ya se utiliza en algunas provincias y que busca simplificar el acto electoral, reducir costos y evitar algunas de las irregularidades históricamente asociadas al voto. La nueva metodología presentará todas las opciones en una única boleta, donde el votante deberá marcar su preferencia, en lugar de utilizar papeletas separadas por cada partido. En septiembre se realizará una audiencia pública para exhibir el diseño definitivo de la boleta y aprobar los símbolos, nombres y fotografías de los candidatos.

Sin las PASO, cada partido o coalición deberá definir de manera interna su estrategia para seleccionar candidatos. Entre los mecanismos posibles están las elecciones internas partidarias, los acuerdos entre dirigentes, las encuestas de opinión o la evaluación del desempeño previo de los postulantes en procesos electorales anteriores. La experiencia en años sin primarias obligatorias ha demostrado que, en estos casos, la toma de decisiones suele quedar en manos de los liderazgos partidarios, lo que podría limitar la apertura a nuevas figuras o generar disputas internas difíciles de resolver.

El nuevo escenario plantea tanto oportunidades como desafíos para la política argentina. Por un lado, la reducción de costos y la simplificación del proceso electoral pueden ser beneficiosas en términos administrativos y económicos. Por otro, persisten interrogantes sobre el impacto en la representatividad y la democratización de las candidaturas. La implementación de la Boleta Única de Papel también requerirá una adaptación tanto de los votantes como de las autoridades de mesa, que deberán familiarizarse con el nuevo sistema para garantizar su correcto funcionamiento en octubre. En este contexto, la suspensión de las PASO y el cambio en la modalidad de votación configuran un panorama inédito que pondrá a prueba la capacidad del sistema político para asegurar una competencia equitativa y transparente en los comicios de 2025.