La chinche del arce: la invasión silenciosa que amenaza con volver en primavera en toda Mendoza

    Aunque el frío del otoño ha hecho desaparecer momentáneamente a la chinche del arce, expertos advierten que la plaga sigue latente en toda Mendoza. Escondida bajo cortezas y grietas, esta especie invasora regresará en primavera con fuerza renovada y sin un método efectivo para su control.

    Provinciales23/05/2025 Expreso Mendoza
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    En estos días otoñales, con las temperaturas en descenso y los árboles perdiendo su follaje, muchos mendocinos respiran aliviados creyendo que la plaga ha pasado. Pero no: la chinche del arce, ese insecto rojinegro tan prolífico como molesto, simplemente se esconde. Está refugiada entre la corteza de los árboles, bajo la hojarasca, en las ranuras de las paredes y techos, esperando que vuelva el calor para hacer su reaparición masiva en toda la provincia.

    Aunque a simple vista parece haber desaparecido, la Boisea trivittata —tal su nombre científico— está más presente que nunca. Se trata de una especie invasora originaria del norte de Estados Unidos, que llegó a Chile a través de una carga aérea y de allí cruzó a la Argentina en 2023. En Mendoza, las primeras colonias se detectaron ese mismo año, y desde entonces su población ha crecido sin control.

    No es una amenaza para la salud ni para la agricultura: no pica, no muerde, no daña cultivos ni transmite enfermedades. Pero su capacidad de multiplicación es impresionante. Cada hembra puede poner entre 200 y 250 huevos, que eclosionan en apenas cuatro días. En los meses de calor, puede haber hasta dos generaciones mensuales, y los árboles —especialmente los del tipo acer negundo, muy comunes en plazas y veredas de Mendoza— se cubren de tal manera que parece que sus troncos se movieran.

    Durante el verano, miles de vecinos de distintos puntos del Gran Mendoza —Maipú, Godoy Cruz, Guaymallén, Las Heras e incluso zonas del Valle de Uco y del Este— reportaron invasiones en patios, jardines y hasta dentro de sus casas. Las quejas se acumularon en las municipalidades, pero por ahora las soluciones son escasas.

    El mayor problema es que no hay productos químicos eficaces contra esta plaga en su etapa de huevos o ninfas. Se han probado insecticidas como la permetrina, de uso doméstico, pero sólo logran reducir en parte a los ejemplares adultos. Y como no existen depredadores naturales en la región, la especie se expande con facilidad.

    Las autoridades provinciales, en conjunto con especialistas en arbolado público y control biológico, coinciden en un punto: no hay que alarmarse, pero sí prepararse. La recomendación es cerrar rendijas, sellar grietas en techos y paredes, retirar frutos secos de arces, y evitar que estos insectos se refugien dentro de las casas durante el invierno.

    Lo cierto es que, a medida que se acerque agosto y los termómetros vuelvan a superar los 15 grados, la chinche del arce saldrá de su escondite. Lo que hoy parece una tregua, en realidad es una pausa. Una primavera más cálida podría traducirse en una nueva oleada, quizás aún mayor que la anterior. Y Mendoza deberá estar lista para enfrentarla.

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