Taxista ebrio cayó a una acequia y terminó detenido en Guaymallén

En la quietud de la madrugada guaymallina, cuando las calles apenas susurran bajo el murmullo de algún auto rezagado, la tranquilidad se quebró de golpe. Un llamado al 911 alertó sobre una situación poco común pero peligrosamente familiar: un taxi había terminado dentro de una acequia en la calle 25 de Mayo.

Cuando los efectivos policiales llegaron al lugar, la escena hablaba por sí sola. El vehículo, con el cartel de taxi aún encendido, yacía parcialmente sumergido, mientras su conductor, tambaleante y desorientado, apenas podía articular palabras coherentes. El test de alcoholemia despejó cualquier duda: 2,42 gramos de alcohol por litro de sangre. Una cifra alarmante, casi cinco veces por encima del máximo permitido.

El hombre fue detenido de inmediato y trasladado a la comisaría, donde quedó alojado a disposición de la Justicia. El vehículo fue secuestrado. No hubo heridos, pero el hecho encendió una vez más la alarma sobre una realidad que inquieta: profesionales al volante que, en lugar de garantizar seguridad, ponen en riesgo vidas por decisiones irresponsables.

El episodio suma una nueva página al historial de imprudencias al volante en Mendoza, donde las campañas de concientización aún parecen chocar con la resistencia de quienes subestiman los peligros del alcohol al conducir. Más grave aún cuando se trata de un servicio público, como un taxi, donde la confianza del pasajero se da por sentada. Esta vez no hubo víctimas, pero la pregunta vuelve a flotar en el aire: ¿hasta cuándo la imprudencia seguirá teniendo carta blanca en nuestras calles?