Encontraron muerto a Ezequiel Vergara tras más de dos semanas de búsqueda

    Tras más de dos semanas de intensa búsqueda, encontraron sin vida a Ezequiel Vergara en una zona agreste de Villa La Angostura. Tenía 28 años y había dejado un inquietante mensaje en la pared antes de desaparecer. Su familia aún intenta entender qué pasó mientras una comunidad entera lo despide con dolor.

    Nacionales08/04/2025 Expreso Mendoza

    Ezequiel Matías Vergara se fue el 21 de marzo. Así, sin aviso, sin una palabra a su madre más allá de un corazón enviado por WhatsApp. Desde entonces, nadie volvió a saber de él. Sólo quedó un mensaje escrito en la pared de su casa y el eco de su ausencia creciendo cada día entre las calles de Villa La Angostura.

    Este lunes, ese eco se rompió con la peor noticia: su cuerpo fue hallado en una zona agreste del cerro Belvedere, donde un senderista creyó ver algo extraño mientras caminaba por el Falso Belvedere. Lo que parecía una silueta humana entre la vegetación terminó siendo el desenlace de una búsqueda angustiante que mantuvo en vilo a una familia, a un pueblo entero y a cientos de personas que se volcaron a buscarlo con brigadas, perros, helicópteros, mapas, drones y plegarias.

    El operativo para llegar hasta donde estaba duró horas. El terreno era complicado, empinado y difícil de acceder. Hicieron falta rescatistas, personal especializado, un helicóptero traído desde San Martín de los Andes, y sobre todo, mucha paciencia. Allí, junto al cuerpo, encontraron su mochila, su campera cubierta con piedras —como si alguien la hubiera querido proteger del viento— y su documentación.

    Fue su madre, Patricia Rivera, quien confirmó la noticia con un mensaje que partió el alma: “Mi niño se fue. No voy a volver a verlo, ni abrazarlo, ni besarlo. Dios tenelo en tu gloria y amor. Te amo, Matías Ezequiel”. Y con esas pocas palabras resumió el dolor que las palabras no alcanzan a contener.

    Ezequiel tenía 28 años. Vivía solo. Trabajaba. Parecía tener una rutina estable. Pero algo adentro suyo venía gestándose en silencio. No dejó una carta, no mandó un mensaje explicando nada. Sólo escribió en una pared: “Estoy cansado de lastimar gente. No es lo que quiero. No se justifica. Siento que estoy enfermo. Mando luz y amor para quienes amo”. Esas frases desconcertaron a su familia. Su madre, en una entrevista anterior, había dicho que no creía que se tratara de una despedida. "Siempre dijo que no sería capaz de quitarse la vida", recordaba, tratando de encontrar una explicación entre tanta incertidumbre.

    En su casa todo estaba en orden. El celular quedó ahí. Lo último que se supo de él fue que retiró dinero de un cajero automático y luego tomó un taxi. Después, nada. Solo silencio. Durante días, semanas, hubo marchas, cadenas de oración, patrullajes por los senderos, publicaciones en redes, un pueblo entero buscando alguna señal que ayudara a reconstruir el rompecabezas.

    Cuando finalmente el cuerpo fue rescatado, su padre y un tío fueron los encargados de identificarlo. No habrá velatorio. Su hermana, devastada, escribió en redes: “El dolor ahoga y tritura cada parte de nuestro ser”. Y no hizo falta agregar más.

    Quedan preguntas abiertas, como suele pasar con estas historias. La justicia esperará los resultados de la autopsia para cerrar el caso, pero para la familia ya no hay cierre posible. No hay explicación que devuelva la vida, ni peritaje que consuele.

    Ezequiel se fue en silencio, dejando detrás un mensaje lleno de amor y confusión. Como si quisiera proteger a los que quería, incluso en su decisión final. Y ahora ese amor queda flotando en el aire, en cada abrazo que no será, en cada palabra que ya no llegará, en la memoria de quienes lo buscaron con fe y lo despiden con lágrimas.

     

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