La alarmante cifra de niños desaparecidos en Argentina crece cada día

    Cada 24 horas se denuncian más de seis desapariciones de niños y adolescentes en el país, según Missing Children. A casi un año del caso Loan Peña, la organización advierte sobre la importancia de actuar en “la hora de oro” y reclama mayor compromiso estatal para evitar que más chicos se pierdan en el silencio.

    Nacionales18/04/2025 Expreso Mendoza

    En la Argentina de hoy, perder a un hijo se ha convertido en un riesgo cotidiano. No se trata solo del temor eterno de cualquier madre o padre. Es una realidad, una estadística que crece silenciosa: más de seis niños y adolescentes desaparecen por día en el país, según la organización Missing Children. Y lo que es aún más alarmante: no todos los casos llegan a denunciarse. Lo que aparece en los medios, lo que se comparte en redes, es apenas la punta de un iceberg que oculta decenas de dramas invisibles.

    A pocos días de cumplirse un año de la desaparición de Loan Danilo Peña, un niño de cinco años visto por última vez en El Algarrobal, provincia de Corrientes, el tema vuelve a instalarse con crudeza en la agenda pública. Junto con su nombre, resuena el de Lian Gael Flores Soraire, de apenas tres años, que desapareció en febrero pasado en Ballesteros Sud, Córdoba. Dos historias distintas, un mismo final abierto y una enorme deuda de la sociedad.

    Ana Rosa Llobet, presidenta de Missing Children Argentina, no oculta su preocupación. Cada día, su organización recibe nuevos reportes. Algunos con detalles precisos, otros apenas con nombres, edades y una foto que se repite como estampita en las redes. Hoy mantienen activas 42 búsquedas. “Es un promedio, pero todos los días varía. Y sabemos que hay muchos más casos que no llegan hasta nosotros”, explica. En muchas de esas desapariciones, el manto de sospecha recae sobre posibles delitos de trata, aunque la mayoría de las veces no hay certezas, solo preguntas sin respuesta.

    La clave para dar con los chicos, afirma Llobet, está en la inmediatez. A eso se le llama “la hora de oro”: los primeros 60 minutos desde la desaparición. Un margen estrecho pero decisivo. “En esa primera hora, todavía pueden estar cerca, en su entorno, en su barrio. Pero si pasa el tiempo, las chances disminuyen muchísimo”, advierte. Fue justamente lo que no ocurrió en el caso de Lian Gael. Hubo demoras, vacíos, una cadena de decisiones tardías que, aún hoy, lo mantienen fuera del radar.

    La historia de Loan, por su parte, escaló a niveles insospechados. Luego de que la causa pasara a la Justicia Federal, se activaron todas las alarmas ante la sospecha de que el niño pudo haber sido víctima de una red de trata. Incluso se conformó un Comando Unificado de fuerzas federales para centralizar la investigación, medida inédita en este tipo de casos. Sin embargo, la familia insiste en que la búsqueda se desaceleró y reclama que no se lo borre de la memoria colectiva. “Queremos que vuelva a casa”, dicen sus padres. Lo repiten cada vez que los micrófonos se acercan. Lo gritan en el silencio que dejó su ausencia.

    Lamentablemente, estos no son hechos aislados. Guadalupe Lucero, desaparecida en San Luis en 2021. Sofía Herrera, vista por última vez en un camping de Tierra del Fuego en 2008. Nombres que se transformaron en emblemas del dolor, símbolos de una espera eterna que en muchos casos termina por diluirse en el tiempo.

    Desde el Estado, las herramientas existen. La Línea 124, la Alerta Sofía, canales para recepcionar información y coordinar acciones en tiempo real. Pero la eficacia muchas veces choca contra la desidia, la burocracia o la falta de voluntad política. Organizaciones como Missing Children hacen lo que pueden: viralizan fotos, activan redes de colaboración, reciben mensajes anónimos, canalizan la desesperación de padres que ya no saben a dónde más acudir.

    En medio del desamparo, también circulan teorías sin fundamento. Una de las más persistentes: el tráfico de órganos. “Nunca tuvimos un solo caso comprobado en más de 18.900 búsquedas”, aclara Llobet. Incluso el INCUCAI lo desmintió categóricamente. “La extracción de órganos requiere una logística compleja, un receptor compatible, infraestructura quirúrgica. No es algo que se pueda hacer en cualquier lugar”, insiste.

    El problema, sin embargo, va más allá de los mitos. Según un informe conjunto de la OIM, la OIT y la fundación Walk Free, actualmente hay 50 millones de personas víctimas de trata en el mundo. Un 30% de ellas son niños. Y Argentina no está ajena a esa realidad.

    Quizás lo más doloroso de todo esto es lo que queda después: la incertidumbre, el tiempo detenido, la ausencia que se vuelve rutina. Por eso, cada minuto cuenta. Porque detrás de cada foto pegada en un poste, de cada rostro que aparece en un tuit, hay una historia esperando ser contada. Y, sobre todo, una infancia que aún puede ser salvada.

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