Boca apuesta por un hombre de la casa para conducir al equipo en medio de la transición

La caída ante River en el último Superclásico terminó siendo el golpe de gracia para Fernando Gago. Tras la derrota por 2 a 1 en La Bombonera, la dirigencia de Boca Juniors, encabezada por Juan Román Riquelme, decidió ponerle fin al ciclo del exvolante como entrenador del primer equipo. La decisión se venía gestando desde hace semanas por el rendimiento irregular del equipo, pero el traspié ante el clásico rival aceleró los tiempos. El comunicado no tardó en hacerse público y, con él, también llegó el primer nombre para hacerse cargo de manera inmediata: Mariano Herrón.

Herrón no es un desconocido para el mundo Boca. Exjugador profesional, con pasos por Argentinos Juniors, Independiente y el Montpellier de Francia, está vinculado al club desde hace años y ha trabajado como parte del cuerpo técnico de la Reserva y en funciones interinas del plantel superior. De hecho, será esta la cuarta vez que asuma el mando del primer equipo, al que ya dirigió en situaciones similares durante los últimos dos años. Con un historial de ocho partidos al frente, cosechó cuatro victorias, dos empates y dos derrotas. Números decorosos que lo ubican como una figura confiable dentro del esquema que conduce Riquelme.

La elección de Herrón responde más a una necesidad de contención que a una apuesta a largo plazo. La intención del Consejo de Fútbol es que su interinato sea breve y que sirva como puente hasta la llegada de un nuevo entrenador definitivo. Por eso, mientras el plantel se prepara para enfrentar a Tigre en Victoria, por la última fecha del Grupo A del Torneo Apertura, los dirigentes ya empezaron a mover los hilos en busca del reemplazante de Gago.

En ese contexto, comenzaron a circular algunos nombres conocidos en el ambiente: Gerardo “Tata” Martino, Gustavo Quinteros y Cristian “Kily” González figuran entre los principales apuntados. La elección no será sencilla. Boca necesita más que un nombre: necesita un proyecto que le devuelva la estabilidad y el protagonismo que el club exige por historia, por hinchada y por estructura.

El paso de Gago, que había llegado con una idea de juego clara pero terminó opacado por las urgencias y los resultados, dejó un sabor agridulce. En sus seis meses al frente, logró 17 victorias en 30 partidos, pero también sufrió una dura eliminación en la Copa Libertadores frente a Alianza Lima, que minó la confianza tanto del vestuario como de los dirigentes.

Mientras tanto, Mariano Herrón ya tomó las riendas y comenzó a trabajar con el plantel profesional. Se espera que el choque ante Tigre sea el único bajo su dirección, aunque, como ha pasado antes, en Boca nunca se sabe. Por ahora, su rol será sostener al equipo, transmitir calma en un momento turbulento y preparar el terreno para la próxima etapa.

Los hinchas, atentos, miran con cierta incertidumbre lo que viene. Riquelme, una vez más, tiene la responsabilidad de tomar una decisión trascendental. Porque en Boca no hay tiempo para improvisar. El club necesita un rumbo claro. Y ese rumbo, al menos por ahora, está en manos de Mariano Herrón.