Rosana Flores lucha por su vida tras la tragedia en la Ruta 7

    Rosana Flores, de 54 años, pelea por su vida en terapia intensiva tras el brutal accidente ocurrido en la Ruta 7 camino a Chile. Viajaba junto a su esposo, Walter Tornello, quien murió en el acto. La mujer sufrió graves lesiones en la cabeza y permanece con pronóstico reservado en el Hospital Central. Su historia, marcada por la tragedia, hoy es también un símbolo de esperanza y resistencia.

    Provinciales07/05/2025 Expreso Mendoza
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    Rosana Flores, una mujer de 54 años oriunda de Mendoza, se encuentra internada en estado crítico en el Hospital Central tras el brutal accidente ocurrido el martes por la mañana en la Ruta 7, camino a Chile. El viaje que compartía con su esposo, Walter Tornello, terminó en tragedia y aún nadie encuentra palabras suficientes para describir el dolor y la conmoción que dejó ese instante.

    Ella iba como acompañante en su Toyota Etios, conducido por Tornello, cuando, a la altura del kilómetro 1.174 —unos 30 kilómetros antes de llegar a Uspallata—, el vehículo quedó atrapado entre dos camiones que colisionaron de manera frontal. Fue cuestión de segundos. Un impacto imposible de evitar, un giro devastador para la vida de Rosana.

    Walter Tornello, empresario del transporte con años de experiencia en la ruta, murió en el acto o poco después, según fuentes médicas. También falleció uno de los camioneros, Cristian Germán Galdame, de 43 años. Rosana fue la única sobreviviente del siniestro. Pero sobrevivir, en este caso, no significa haber salido ilesa: fue trasladada primero al hospital de Uspallata, donde recibió asistencia de urgencia, y luego derivada en helicóptero al Hospital Central, en la Ciudad de Mendoza.

    Allí permanece desde entonces, internada en terapia intensiva, con diagnóstico reservado. Según el parte médico difundido este miércoles, presenta fracturas múltiples en la cara, un severo traumatismo craneoencefálico y otras lesiones internas. Fue intervenida quirúrgicamente para descomprimir la presión intracraneal provocada por el golpe, y aunque logró superar la primera noche, su cuadro es extremadamente delicado.

    El entorno familiar atraviesa horas de angustia. Durante los primeros momentos del accidente, incluso se creyó erróneamente que quien estaba a bordo del Etios era su hija, Agustina, de 24 años, ya que el vehículo está registrado a nombre de la joven. El malentendido duró poco, pero fue suficiente para incrementar la tensión y el desconcierto entre quienes buscaban respuestas urgentes en medio del caos.

    Rosana y Walter compartían una vida que, como tantas otras, estaba tejida de trabajo, rutinas, viajes y familia. Él, reconocido en el rubro del transporte, era alguien muy querido por sus colegas. Ella, ama de casa y compañera infaltable en los recorridos largos, encontró en esa rutina compartida una forma de sostén mutuo. Esa mañana, el destino los encontró juntos, pero solo ella continúa el trayecto, ahora sostenida por la medicina y la esperanza.

    Las circunstancias exactas del accidente están bajo investigación. El conductor del camión Mercedes Benz que protagonizó el choque frontal fue identificado como Nicolás Salas, de 27 años. No sufrió lesiones y fue aprehendido mientras se avanza con las pericias técnicas. Las autoridades aún analizan las responsabilidades del hecho, aunque ya trascendió que el test de alcoholemia dio negativo.

    Mientras tanto, en el Hospital Central se libra otra batalla, la más íntima, la más humana: la de Rosana por sobrevivir. A su lado, familiares, amigos y compañeros de ruta se aferran a cada parte médico con el corazón en la mano. La tragedia que dejó dos vidas truncas sobre el asfalto de alta montaña, también dejó a una mujer suspendida en un hilo de vida, aferrada a la posibilidad de despertar, de volver, de reconstruir lo que quedó después del golpe.

    Es allí donde hoy se concentra toda la atención: en su resistencia silenciosa, en la espera de una señal, en la fuerza que —dicen quienes la conocen— siempre la caracterizó. Rosana Flores no está sola. Y aunque todavía no pueda oírlo, la están esperando.

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