Creyó disparar a un jabalí y mató a un hombre en una cacería en Santa Fe

    Iván Eduardo Mangold, un apicultor de 41 años, murió de un disparo durante una cacería nocturna en un campo de Aguará Grande. Otro cazador lo confundió con un chancho salvaje en medio de la oscuridad. La Justicia investiga el caso como un accidente trágico.

    Nacionales24/05/2025 Expreso Mendoza
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    Iván Eduardo Mangold tenía 41 años y era apicultor. El martes 13 de mayo por la noche había salido a cazar con su primo en un campo de la localidad santafesina de Aguará Grande. La zona, tras trabajos de desmonte, había empezado a recibir visitas no deseadas: los chanchos salvajes. Con el permiso del dueño del terreno, ambos hombres se internaron en el monte con la intención de controlar esa plaga. Pero la noche terminó en tragedia.

    En medio de la oscuridad, y en circunstancias que aún están siendo investigadas, Mangold fue alcanzado por un disparo fatal. La hipótesis que se maneja hasta ahora es tan impactante como dolorosa: uno de los cazadores que estaba en la zona lo confundió con un jabalí y apretó el gatillo.

    Ese cazador no era parte del grupo de Mangold. Según informó la fiscal del caso, Silvina Verney, en declaraciones a medios locales, en el mismo campo había al menos otros dos hombres cazando. Aunque no tenían autorización para estar allí, esta superposición no es tan inusual: los datos sobre la presencia de jabalíes se corren rápido entre quienes practican esta actividad, y no es raro que varios grupos coincidan sin conocerse.

    La fiscal explicó que el tirador no contaba con visor nocturno, a diferencia de la víctima, y que probablemente la falta de visibilidad, sumada a algún movimiento repentino, llevó a la confusión. Luego del disparo, el cazador se acercó para confirmar lo que creía haber abatido, y fue entonces cuando descubrió que había herido a una persona. Conmocionado, fue él mismo quien llamó a la Guardia Rural Los Pumas y permaneció en el lugar hasta que llegó la patrulla. Nunca intentó huir.

    La Justicia decidió imputarlo por homicidio culposo. Recuperó la libertad con restricciones, ya que la fiscal consideró que no hay riesgo de fuga ni de entorpecimiento de la investigación. Colaboró desde el primer momento y todo parece indicar que se trató de un accidente.

    La muerte de Mangold dejó una profunda tristeza en San Cristóbal, de donde era oriundo, y volvió a poner sobre la mesa el debate sobre las condiciones de seguridad en las cacerías, especialmente aquellas que se realizan de noche y en zonas con vegetación cerrada. También dejó al descubierto un problema de fondo: la falta de controles sobre una actividad que, aunque legal bajo ciertas condiciones, muchas veces se practica al margen de toda normativa.

    En la Argentina, el chancho jabalí es una especie invasora presente en gran parte del territorio. Su caza está permitida, pero se requiere de medidas mínimas de seguridad, como contar con la debida autorización, utilizar visores, y garantizar que los cazadores sepan quiénes están en el área. Nada de eso alcanzó para evitar el final trágico de esa noche en Aguará Grande.

    Iván Mangold murió sin saber que del otro lado no estaba el animal que había ido a buscar, sino otro ser humano que, como él, creía estar cazando.

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