Kicillof desdobla las elecciones y desafía el poder de Cristina Kirchner

    Axel Kicillof desdobló las elecciones bonaerenses y fijó la votación para el 7 de septiembre, desatando una fuerte tensión con Cristina Fernández de Kirchner, que reclamaba comicios concurrentes. El gobernador descartó las PASO y llamó a la unidad, pero dejó en claro que no cederá terreno político. La decisión expone la interna del peronismo y marca un punto de inflexión en la relación entre el mandatario provincial y la expresidenta.

    Nacionales07/04/2025 Expreso Memdoza

    Axel Kicillof pateó el tablero político en la provincia de Buenos Aires y, de paso, profundizó la grieta interna del peronismo con una decisión que no deja lugar a dobles lecturas: desdoblará las elecciones provinciales y llamará a las urnas el 7 de septiembre. La medida se anunció con el tono sereno pero firme que caracteriza al gobernador, aunque detrás se adivina una pelea política de fondo con la figura más influyente del movimiento: Cristina Fernández de Kirchner.

    La exmandataria venía exigiendo, con su estilo habitual, que las elecciones bonaerenses fueran concurrentes con las nacionales. Lo consideraba una estrategia electoral clave, no sólo para evitar la dispersión del voto opositor, sino también para preservar su influencia en el armado político del PJ. Pero Kicillof no sólo ignoró esa sugerencia: directamente la descartó con argumentos técnicos y un dejo de advertencia. “Votar el mismo día con sistemas distintos sería un caos”, afirmó en conferencia de prensa, aludiendo a la implementación de la Boleta Única de Papel en los comicios nacionales que impulsa el presidente Javier Milei.

    Pero más allá del tecnicismo, el trasfondo es puramente político. Kicillof busca marcar la cancha, mostrarse como un actor con autonomía propia y reforzar su liderazgo en la provincia, incluso si eso implica abrir una fisura con el kirchnerismo duro. En ese contexto, también anunció que enviará un proyecto para suspender las PASO bonaerenses, alineándose con la tendencia de varias provincias que ya decidieron evitar internas abiertas este año. La apuesta es doble: evitar internas desgastantes y ordenar una candidatura única que le permita concentrar fuerzas en una campaña provincial separada del caos nacional.

    Desde el entorno de Cristina Kirchner, la reacción no se hizo esperar. La decisión fue leída como un gesto de ruptura. "Si desdoblan, están rompiendo", fue la frase que, según trascendió, la propia CFK deslizó en charlas reservadas con sus leales. No se trató sólo de una disidencia táctica: lo que está en juego es el liderazgo dentro del peronismo bonaerense. Y, más aún, el futuro del espacio de cara a una elección marcada por el avance de Milei y la dispersión opositora.

    La tensión se arrastra desde hace meses. Cristina no oculta su incomodidad con el perfil autónomo que Kicillof viene construyendo. Para muchos dentro del PJ, el gobernador ya dejó de ser “el delegado de Cristina” para convertirse en un jugador con proyecto propio. Y eso incomoda. Máximo Kirchner y La Cámpora, que hasta hace poco manejaban buena parte del dispositivo territorial, ven con recelo este movimiento que podría debilitar sus aspiraciones y reformular alianzas de poder.

    El dato que sobrevuela el escenario es la posibilidad de que Cristina sea candidata a diputada provincial por la Tercera Sección Electoral, un bastión clave del kirchnerismo. Si eso se confirma, y con elecciones separadas de las nacionales, la ex presidenta podría verse obligada a competir bajo las reglas de un esquema político que ya no controla del todo. La mesa chica de intendentes y armadores ya tomó nota: se viene una campaña cruzada por las internas más feroces del peronismo en años.

    Mientras tanto, desde el gobierno provincial bajan un mensaje conciliador, pero firme. “Llamamos a la unidad, sin PASO”, repiten en el entorno de Kicillof. La frase, aunque diplomática, encierra una postura cerrada: el gobernador quiere evitar fracturas, pero sobre la base de su estrategia. Y si para eso tiene que confrontar con Cristina, lo hará. Ya no hay margen para las medias tintas.

    Lo que está claro es que la provincia de Buenos Aires se convirtió en el epicentro de una disputa que trasciende lo electoral. En medio de un escenario nacional desordenado y con Milei marcando la agenda, Kicillof decidió jugar fuerte. Se corre del libreto de Cristina y apuesta a consolidarse como líder de un peronismo distinto, más institucional, más territorial, menos verticalista.

    La pregunta que queda flotando es si ese movimiento será la semilla de una nueva etapa o el principio de una fractura irreversible. Lo cierto es que, a partir de ahora, cada paso que dé el gobernador será observado con lupa. Porque ya no se trata solo de una elección provincial: es, quizás, el primer acto de una nueva historia en el peronismo. Y como siempre en la política argentina, todo puede pasar.

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