El chofer infiel que desató una batalla campal en pleno colectivo

    Dos mujeres se cruzaron en una unidad de la línea 216 y, al descubrir que compartían al mismo chofer como pareja, comenzaron una violenta pelea que terminó en la terminal del Barrio Nuevo. La escena fue grabada por testigos y se viralizó en redes sociales. La policía intervino, pero no hubo denuncias ni detenidas.

    Nacionales09/04/2025 Expreso Mendoza

    En Merlo, donde cada colectivo lleva historias que van desde lo cotidiano hasta lo insólito, ocurrió una escena que podría haber salido de una película costumbrista, si no fuera por la crudeza con la que se dio. Fue en una unidad de la línea 216 donde todo estalló: dos mujeres, un solo hombre —chofer del colectivo, para más detalles— y una tensión que fue creciendo hasta explotar a los golpes.

    Según relataron testigos del hecho, ambas mujeres estaban saliendo con el mismo hombre, sin saber una de la existencia de la otra. El problema fue que, por esas vueltas del destino —o por algún mensaje que no se borró a tiempo—, el triángulo amoroso terminó en un mismo escenario y a la misma hora. Las dos subieron al colectivo, y lo que primero fueron miradas de sospecha, pronto se transformó en gritos e insultos.

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    Dentro del colectivo, ante la mirada incrédula de los pasajeros, comenzaron a increparse. El chofer, entre nervioso y paralizado, intentó mantener la calma, pero ya era tarde. Cuando bajaron en la terminal del Barrio Nuevo, la tensión acumulada se desató sin filtros. Se pegaron, se tiraron del pelo y una de ellas terminó en el piso, arrastrada por la otra mientras volaban gritos, amenazas y algunos celulares que intentaban captar el momento.

    El video no tardó en recorrer grupos de WhatsApp y redes sociales. En él se ve con claridad el grado de violencia, la desesperación de las protagonistas y también la reacción de los presentes: algunos intentaron separarlas, otros sólo miraban, y no faltó quien, entre risas nerviosas, gritara que era "mejor que la novela de las nueve".

    A pesar del escándalo, la policía llegó al lugar, tomó nota, pero no hubo denuncias. Ninguna de las dos quiso dejar constancia formal de lo ocurrido y, por lo tanto, tampoco hubo detenidas ni demoras. El chofer, por su parte, terminó esa jornada con más preguntas que respuestas, y seguramente con varios problemas por resolver.

    Este episodio, más allá del chisme fácil, abre una ventana a cómo lo emocional puede desbordarse en la vida cotidiana, especialmente en contextos de presión o engaño. En el colectivo, como en la vida, lo que no se dice, a veces termina saliendo a los golpes.

    Y en Merlo, por unos minutos, el amor se volvió un ring improvisado con pasajeros de testigos.

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