Mendoza insiste con la reactivación de la Ruta 40 y exige fondos a Nación

    El gobierno de Alfredo Cornejo busca retomar las obras paralizadas en el tramo entre Lavalle y la Ciudad de Mendoza. Aunque está dispuesto a asumir la ejecución, exige que la Nación aporte parte del financiamiento. La posibilidad de instalar peajes y otros reclamos viales también están sobre la mesa.

    Provinciales21/04/2025 Expreso Mendoza

    La Ruta Nacional 40 es mucho más que una carretera. Es una columna vertebral que recorre el país de norte a sur, y en Mendoza representa un eje vital para la economía, el turismo y la integración regional. Por eso, la paralización de la obra de doble vía entre Lavalle y la Ciudad de Mendoza genera tanto ruido político como preocupación social. Son apenas 18 kilómetros, pero su impacto —y su estancamiento— valen millones.

    El gobernador Alfredo Cornejo está decidido a no dejar que este proyecto se oxide. En las últimas semanas, su gobierno retomó las conversaciones con la gestión de Javier Milei para intentar reactivar los trabajos, que se encuentran congelados en una especie de limbo legal y presupuestario. El tramo fue originalmente una obra nacional, con fondos asignados y licitación en marcha, pero quedó a medio camino: sin avances concretos, sin dinero fresco, sin fecha de reanudación.

    Cornejo no oculta su estrategia. Está dispuesto a que Mendoza tome el control del proyecto, pero con una condición clave: que Nación aporte, al menos en parte, el financiamiento necesario. En términos actuales, el costo ronda los 30.000 millones de pesos, aunque se estima que esa cifra ya podría estar un 10 o 20% por encima, solo por efecto de la inflación y la actualización de precios de materiales. “Es una obra nacional y Nación debería terminarla. Pero si nos la transfieren, necesitamos garantías para poder recuperar lo invertido”, dicen en los pasillos de Casa de Gobierno.

    Las opciones sobre la mesa son varias, aunque ninguna es sencilla. Una de las alternativas en evaluación es la implementación de peajes en ese tramo como mecanismo de repago, algo que requeriría la bendición formal del Gobierno nacional. Al mismo tiempo, Vialidad Nacional analiza cómo avanzar con el traspaso administrativo y jurídico de la obra a la provincia, sin violar marcos normativos ni comprometer otras partidas.

    En paralelo, los técnicos locales lidian con algunos desafíos no menores. En su momento, la obra sufrió demoras por problemas geotécnicos: las napas freáticas modificaron su nivel y complicaron las fundaciones de hormigón. Eso, sumado a la volatilidad económica, terminó por empujar el proyecto a la lista de obras inconclusas que hoy inundan el país.

    Lo que está claro es que Mendoza no quiere seguir esperando. Más allá de la Ruta 40, el Ejecutivo también presentó otros reclamos ante Nación para mejorar la red vial provincial. Uno de ellos apunta a la Ruta 143, entre el Valle de Uco y San Rafael, y otro al acceso metropolitano por la Ruta 7, donde también hay zonas críticas sin intervención.

    Por ahora, el único punto luminoso en este escenario es la Variante Palmira, una obra clave del Corredor Bioceánico que ya tiene más del 90% de ejecución y podría finalizar en las próximas semanas. Pero fuera de ese oasis, lo que predomina es una sensación de postergación. Cinco años después del derrumbe de varios puentes en la Ruta 40, el panorama general no ha cambiado demasiado. Algunos trabajos se reactivaron, otros siguen abandonados. Y mientras tanto, el pavimento se rompe, el tránsito se vuelve más peligroso y los vecinos de la región esperan respuestas.

    En la pelea entre la voluntad política y la escasez presupuestaria, esta doble vía se volvió el símbolo de un país que muchas veces comienza a construir, pero rara vez termina.

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