Jubilado encuentra en una camisa un boleto de lotería y se convierte en millonario por segundos

Jimmie Smith tenía 68 años, una vida tranquila como jubilado y una pila de boletos de lotería sin revisar. Durante décadas, este ex guardia de seguridad de Nueva Jersey compraba números casi como un ritual, sin demasiadas expectativas. Pero en algún momento de 2016, la suerte le sonrió. Y él ni siquiera lo supo… hasta que casi fue demasiado tarde.

La historia ocurrió en Estados Unidos, pero podría haber sido en cualquier parte del mundo. Una tarde de mayo de 2016, Smith pasó por una tienda del bajo Manhattan y compró un boleto de la Lotería de Nueva York. Lo guardó en el bolsillo de una camisa, y esa camisa terminó colgada en el fondo de su ropero, olvidada. El ticket, premiado con 24 millones de dólares, quedó atrapado entre la tela y el descuido.

Pasaron los días, las semanas, los meses. Como cada gran premio no reclamado, la historia llegó eventualmente a los medios: había un boleto ganador aún sin dueño. La fecha de vencimiento se acercaba. Fue ese detalle el que encendió una chispa en la mente de Smith. Recordaba haber comprado un número en esa época. Fue entonces que se decidió a revisar su desordenada pila de boletos antiguos.

En una búsqueda contrarreloj y algo desesperada, empezó a revisar papeles, bolsillos, cajones. Hasta que lo encontró. Ahí estaba: el boleto olvidado con los números 5, 12, 13, 22, 25 y 35. "Tuve que sacar la cabeza por la ventana para respirar. No lo podía creer", dijo después. Y tenía razones: si hubiera tardado apenas unas horas más, el plazo habría vencido y la fortuna se habría perdido para siempre.

El boleto premiado había sido vendido en una pequeña tienda de Tribeca. Smith, que eligió el cobro en pagos anuales durante 26 años, pasó a convertirse en millonario de un segundo a otro, aunque le costó asimilarlo. De hecho, tras hacer el reclamo inicial, se mantuvo alejado del foco público durante meses, tomándose su tiempo para organizar papeles y pensamientos.

Historias como esta se sienten casi inverosímiles. Pero suceden. Y nos recuerdan que, a veces, la suerte no está en encontrar un tesoro enterrado, sino en revisar ese viejo bolsillo que creíamos vacío.