Doce años de espera y esperanza por el regreso de Natalio Funes

    Doce años después de la tragedia en la Cordillera Blanca de Perú, los padres de Natalio Funes mantienen viva la esperanza de encontrar el cuerpo de su hijo, un joven andinista mendocino que murió a los 21 años mientras escalaba el nevado Tocllaraju.

    Provinciales22/05/2025 Expreso Mendoza
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    En julio de 2013, dos jóvenes andinistas mendocinos, Natalio Funes y Leonardo Rasnik, emprendieron una expedición hacia el Nevado Tocllaraju, una imponente montaña de más de seis mil metros en la Cordillera Blanca de Perú. Tenían 21 años y eran apasionados por la montaña, formando parte del Club Andino de San Carlos y en plena etapa final de su formación como guías de alta montaña. Lo que debía ser una aventura para superarse y alcanzar nuevas cumbres terminó en tragedia.

    Una avalancha los sorprendió durante la ascensión y los arrastró por la cara oeste del nevado. Sus cuerpos quedaron suspendidos de sus equipos de escalada, una imagen trágica que marcó el comienzo de un largo y doloroso proceso. Mientras el cuerpo de Leonardo pudo ser recuperado, el de Natalio quedó sepultado en el hielo, enterrado en un lugar remoto y hostil que parece negarse a devolverlo.

    Desde entonces, sus padres, Graciela y Miguel Funes, no han dejado de buscarlo. Doce años después, la herida sigue abierta. Para ellos, el tiempo no ha cerrado el vacío que dejó la pérdida de su hijo. Han viajado en múltiples ocasiones a Perú, enfrentándose a las duras condiciones del terreno y al frío implacable de la montaña, siempre con la esperanza de poder traer a Natalio de regreso a casa.

    Este año, con el apoyo de la comunidad andinista, han impulsado una campaña en redes sociales y medios digitales para pedir la colaboración de quienes transitan por la zona. Su pedido es sencillo pero conmovedor: que quien recorra esas alturas pueda estar atento y, si es posible, ayudar a localizar a Natalio. “Queremos que alguien mire un poco más, que no pase de largo, que nos ayude a encontrarlo”, dice Graciela con una mezcla de esperanza y tristeza.

    La historia de Natalio es un reflejo del amor profundo que una familia siente por su hijo y la pasión que este joven tenía por la montaña. Ha conmovido a toda la comunidad andinista y a quienes conocen su caso, recordándonos lo frágil que es la vida y lo importante que es la solidaridad ante las tragedias.

    A pesar del tiempo, Graciela y Miguel siguen firmes en su búsqueda, convencidos de que cada pequeña ayuda, cada mirada atenta, puede ser la clave para cerrar este capítulo tan doloroso. Para ellos, Natalio sigue siendo un hijo que esperan poder abrazar alguna vez más, aunque sea en la memoria y en el recuerdo.

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