Murió Clara Giménez, la joven que puso rostro y voz a la ostomía y denunció el abandono del sistema de salud

    Clara Giménez, la joven marplatense de 19 años que con valentía visibilizó su vida con una ostomía y denunció las demoras en el sistema de salud, falleció tras meses de espera por un tratamiento que llegó demasiado tarde. Su historia conmovió al país y dejó al descubierto las falencias estructurales de la atención médica en Argentina.

    Nacionales07/06/2025 Expreso Mendoza
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    Clara Giménez tenía solo 19 años, pero había vivido con una lucidez y una valentía que sacuden. Falleció este viernes en Mar del Plata tras una larga y dolorosa lucha contra una enfermedad intestinal que la obligó a convivir con una ostomía desde los 14. Su historia, que se hizo viral en redes sociales, no solo visibilizó una condición médica cargada de estigmas, sino que también expuso las demoras, los rechazos y la crueldad burocrática del sistema de salud argentino.

    Desde enero, su familia pedía a gritos un tratamiento urgente. La obra social OSTEL demoró tanto la autorización que, cuando llegó, la situación ya era irreversible. Clara fue trasladada al Hospital Privado de Comunidad (HPC) por orden judicial, pero para entonces su cuerpo ya no resistía. “Desde enero peleamos por el tratamiento. Cuando llegó, ya era tarde”, dijo su madre, Fernanda, con la serenidad devastadora de quien se ha acostumbrado a pelear en silencio.

    A los 12 años, Clara fue diagnosticada con un vólvulo intestinal, una grave condición que provoca que el intestino se retuerza, causando obstrucciones severas. Pasó por múltiples cirugías y desde 2020 vivía con una bolsa de ileostomía adherida a su abdomen. En vez de ocultarlo, lo mostró. Sin maquillaje, sin filtros, sin falsas metáforas. Con una mezcla luminosa de humor, ternura y honestidad brutal, Clara hablaba de su día a día: ir a la playa, salir con amigas, reírse de lo incómodo. Contaba también lo que dolía. Lo que costaba. Lo que no debería costar tanto.

    La joven se volvió una figura referencial para miles de personas que viven con ostomías, en especial adolescentes que, como ella, deben aprender a convivir con el cuerpo de una manera distinta. En abril, había sido invitada al canal de streaming Olga. Ahí relató cómo se las arreglaba para llevar una vida “normal”, en un país donde muchas veces no se garantiza ni lo básico. “No soy valiente, solo quiero vivir”, decía en sus redes.

    La atención médica que recibió durante sus últimos meses fue, en palabras de su familia, insuficiente e inadecuada para la gravedad del cuadro. No se trató solo de la enfermedad, sino del desgaste que provoca pedir, esperar, suplicar. La abogada de la familia, Verónica Giovanniello, fue contundente: “El juzgado ordena, la obra social desoye, y los afiliados se mueren. Así de drástico”.

    Clara no buscaba fama ni compasión. Lo suyo era otra cosa. Era una lucha por ser vista, por decir “esto también existe” en un país donde muchas dolencias son invisibilizadas, y donde acceder a un tratamiento a tiempo parece una batalla aparte. Su muerte deja un vacío inmenso, pero también un mensaje que no se puede ignorar.

    Clara fue una voz que se alzó cuando la mayoría calla. Su historia merece algo más que el olvido: merece justicia.

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