Huracán Melissa, categoría 5: Jamaica vive la ‘tormenta del siglo’ y el Caribe entra en alerta máxima

Con vientos extremos, marejadas de hasta cuatro metros y lluvias capaces de provocar inundaciones y deslizamientos masivos, Melissa impacta Jamaica como uno de los ciclones más intensos del Atlántico. Cuba, Bahamas y Turks & Caicos activan protocolos. El ojo se mueve lento y multiplica el daño.

Mundo28/10/2025 Redacción

Jamaica se prepara para un golpe sin precedentes. La llegada de Melissa como huracán categoría 5 encendió todas las alarmas: autoridades, fuerzas de seguridad, hospitales y ONG desplegaron un operativo de emergencia que incluye evacuaciones obligatorias en zonas costeras, la apertura de cientos de refugios y restricciones severas a la circulación en áreas de riesgo.

El dato que estremece a los meteorólogos es la lenta traslación del sistema. Un ciclón que se mueve despacio descarga más agua y más tiempo sobre los mismos territorios. La combinación de vientos huracanados, lluvia torrencial y marejada ciclónica crea un escenario que los especialistas califican de “catastrófico”, con potencial de anegar barrios enteros, cortar rutas y comprometer redes eléctricas y de agua.

Las autoridades locales apuntan a proteger la vida humana como prioridad absoluta. Equipos de emergencia recorren comunidades vulnerables para convencer a los rezagados de abandonar viviendas precarias, mientras hospitales trasladan pacientes críticos tierra adentro para evitar el impacto de la crecida en zonas cercanas al mar.

La Organización Meteorológica Mundial advirtió que se trata del evento más severo para la isla en lo que va del siglo. El mensaje fue claro: la población debe seguir de forma estricta las indicaciones oficiales, porque la combinación de vientos superiores a 300 km/h, marejadas de varios metros y acumulados de lluvia excepcionales supera la resistencia de infraestructuras no diseñadas para este tipo de embates.

El aeropuerto internacional de Kingston opera con severas restricciones y la aviación civil recomendó reprogramar vuelos. En puertos y marinas, las autoridades clausuraron operaciones y dispusieron amarres reforzados para embarcaciones esenciales. Los pescadores, uno de los sectores más expuestos, intentan asegurar bienes y herramientas, aunque el tiempo de preparación se agotó.

La energía y las telecomunicaciones son los otros frentes frágiles. Las empresas de distribución advirtieron sobre cortes preventivos y posibles interrupciones prolongadas por caída de postes y árboles. La recomendación para los hogares fue cargar baterías, disponer de linternas, agua potable y botiquines, y mantener radios de emergencia para recibir instrucciones aun sin internet ni señal móvil.

En el plano sanitario, el Ministerio de Salud activó protocolos para evitar brotes vinculados a aguas contaminadas tras las inundaciones. El mapa de refugios incluye kits de higiene, abastecimiento de agua y alimentos no perecederos para varios días. La Cruz Roja y organismos internacionales estiman que más de un millón de personas podrían verse afectadas de manera directa por el temporal.

El radio de impacto se extiende más allá de Jamaica. Las bandas externas ya alcanzaron sectores de Haití y República Dominicana, donde se reportaron incidentes y primeras víctimas asociadas a la preparación previa a la tormenta. Para las próximas horas se esperan condiciones de tormenta tropical en oriente de Cuba, con probables condiciones de huracán en la franja de advertencia, y luego un avance hacia Bahamas y Turks & Caicos.

En términos económicos, el golpe se sentirá con fuerza. Agricultura, turismo y comercio minorista están entre los sectores más expuestos. La reconstrucción de caminos, redes y viviendas demandará recursos que superan con creces la capacidad municipal y requerirá cooperación nacional e internacional. A la par, aseguradoras y reaseguradoras monitorean la magnitud de los daños para estimar pasivos y tiempos de pago.

El capítulo ambiental también preocupa: crecidas súbitas, deslizamientos y oleaje pueden erosionar playas, contaminar cursos de agua y afectar áreas protegidas y cultivos. La recuperación de suelos y la remediación de ecosistemas después de un evento así lleva meses y, en algunos casos, años.

En el tablero geopolítico y humanitario, el Caribe vuelve a exponer su vulnerabilidad ante huracanes de alta energía alimentados por aguas excepcionalmente cálidas. Agencias multilaterales coordinan corredores de ayuda y logística para ingresar insumos, equipos de rescate y cuadrillas de restablecimiento de servicios críticos apenas el tiempo permita operar con seguridad.

Para la región y también para Argentina, estas crisis ofrecen lecciones: la planificación urbana resiliente, la infraestructura crítica sobredimensionada para eventos extremos, los sistemas de alerta temprana y la educación comunitaria salvan vidas. El costo de prevenir es alto; el de no hacerlo, devastador.

A esta hora, el mensaje es uno solo: quedarse bajo techo seguro, lejos de la costa, y seguir cada indicación oficial. Lo más duro puede no ser el viento inicial, sino su persistencia, la lluvia incesante y la marea empujando tierra adentro. Jamaica afronta su prueba más difícil en décadas.

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