El escándalo de las monjas que escaparon del convento sacude a la Iglesia italiana

Cinco monjas cistercienses abandonaron un monasterio en el norte de Italia denunciando acoso, persecución y maltrato psicológico. La crisis, que comenzó en 2023 y se agravó tras la muerte del Papa Francisco, expone una interna silenciosa dentro de la Iglesia que ahora sale a la luz.

Mundo03/05/2025 Expreso Mendoza

Cinco monjas cistercienses abandonaron en los últimos días el monasterio de San Giacomo di Veglia, en la localidad de Vittorio Veneto, al norte de Italia, en medio de una crisis interna cargada de tensiones, acusaciones cruzadas y silencios que estallaron con la fuerza de una bomba en plena Semana Santa.

Las religiosas, algunas de ellas con más de 25 años de clausura, decidieron romper el aislamiento y pedir protección a las autoridades italianas tras asegurar que eran víctimas de acoso, persecución psicológica y una intervención eclesiástica que solo profundizó el conflicto. Su salida fue silenciosa pero coordinada. Dejaron una carta, se presentaron ante las autoridades para informar su decisión y luego desaparecieron. “Queremos recuperarnos en un lugar seguro”, alcanzaron a decir en una breve declaración a los medios. Hasta ahora, no se ha revelado su paradero.

La historia tiene varios capítulos oscuros y comienza en enero de 2023, cuando cuatro monjas del mismo monasterio enviaron una carta al Papa Francisco denunciando a la madre superiora Aline Pereira, una religiosa brasileña, por supuestos abusos de autoridad. La Santa Sede respondió con dos inspecciones canónicas que, al no encontrar pruebas concluyentes, archivaron el caso como calumnioso. Como castigo, las firmantes fueron trasladadas a otros monasterios.

Pero lejos de apaciguarse, el conflicto se intensificó, especialmente después de la muerte del Papa Francisco, en 2025. La comunidad recibió múltiples visitas canónicas y creció la presión sobre la figura de la madre Aline, acusada ahora de manipulación y de no estar en condiciones de liderar. Finalmente, el Viernes Santo se anunció su destitución y, días después, fue nombrada como nueva superiora Martha Driscoll, una monja de 81 años que no logró pacificar los ánimos. Al contrario, según los testimonios recogidos por la prensa italiana, su presencia terminó de encender la mecha.

En medio de este clima enrarecido, las monjas comenzaron a grabar conversaciones dentro del convento. En los audios, aseguran haber escuchado frases como “Estamos en el monasterio para sufrir” o “Yo soy la Iglesia, hablo en nombre del Papa Francisco”. La más joven de las cinco religiosas que escaparon contó al diario Il Gazzettino que la situación se volvió “psicológicamente insoportable” desde la Pascua. “Nos destruyeron una paz que había durado medio siglo. Tuvimos que huir”, confesó.

A pesar de haber solicitado formalmente la dispensa de votos y el permiso para abandonar la clausura, desde el Vaticano no obtuvieron respuesta favorable. Pero eso no las detuvo. Según se supo, actuaron de buena fe al informar su decisión antes de marcharse, y por ahora no enfrentan cargos ni sanciones. Sin embargo, el escándalo ya es internacional y ha vuelto a encender las alarmas sobre los abusos y conflictos de poder dentro de ciertas comunidades religiosas.

No es un caso aislado. En España, diez monjas clarisas fueron recientemente excomulgadas tras rebelarse contra el Vaticano en un conflicto inmobiliario que terminó con denuncias por sectarismo. En Argentina, tres monjas denunciaron por violencia de género al arzobispo de Salta, y una investigación periodística reveló que el 55% de las religiosas en América Latina ha sufrido abusos de poder. La Iglesia católica, aunque lentamente, enfrenta un espejo incómodo: el de las mujeres consagradas que, por décadas, callaron lo que ahora empiezan a contar.

La huida de las cinco cistercienses de Vittorio Veneto no es solo una historia de ruptura y dolor, sino también un acto de coraje. En medio del hermetismo que caracteriza a la vida monástica, estas mujeres decidieron decir basta. Y en su silencio, se oye con fuerza el eco de muchas otras que tal vez aún no se atreven a hablar.

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