Trump se viste de papa y desata una tormenta política y religiosa

En plena cuenta regresiva hacia el cónclave que elegirá al sucesor de Francisco, Donald Trump publicó una imagen suya, aparentemente creada con inteligencia artificial, vestido como sumo pontífice. El gesto, tan provocador como calculado, generó una oleada de críticas y apoyos que reavivan la tensión entre política, religión y espectáculo.

Mundo04/05/2025 Expreso Mendoza

Donald Trump lo hizo otra vez. En medio de la cuenta regresiva hacia el cónclave que definirá al sucesor del papa Francisco, el expresidente de Estados Unidos y actual mandatario republicano publicó una imagen suya —aparentemente generada con inteligencia artificial— en la que aparece vestido como sumo pontífice. Sotana blanca, mitra dorada, cruz al pecho y una mano señalando al cielo: toda la parafernalia papal, pero con la cara y la actitud inconfundible de Trump. Sin una palabra. Solo la imagen. Y la inevitable explosión mediática.

La foto, que apareció primero en su red Truth Social y luego en su cuenta de Instagram, no parece tener otro propósito que el de provocar, entretener o ambas cosas a la vez. Aunque, como suele ocurrir con Trump, la línea entre el chiste y la estrategia política es cada vez más difusa. Porque esta publicación no llega en cualquier momento, sino justo después de que él mismo dijera en una conferencia de prensa: “Me gustaría ser papa. Sería mi primera opción”, cuando fue consultado sobre quién debería ocupar el lugar de Francisco, fallecido el 21 de abril.

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Esa frase, como la imagen, parece tener muchas capas. En un país donde solo el 20% de la población se identifica como católica, pero donde el voto de ese sector fue mayoritariamente para Trump en las últimas presidenciales, no resulta descabellado pensar que el gesto apunta a reforzar ese vínculo. El 60% de los católicos votó por él. Y ahora, con una sotana digital, el magnate les guiña el ojo con su ironía habitual.

Como era de esperarse, las reacciones no tardaron en llegar. El senador italiano Matteo Renzi fue uno de los primeros en expresar su indignación. “Se trata de una imagen que ofende a los creyentes, insulta a las instituciones y demuestra que al líder de la derecha mundial le gusta hacer el payaso”, escribió sin vueltas. La crítica también llegó desde el ala progresista demócrata en Estados Unidos. Melanie D’Arrigo, referente neoyorquina, apuntó con sarcasmo: “El tipo que rompió los 10 mandamientos está publicando fotos de él mismo disfrazado como el próximo papa”.

Pero hubo, por supuesto, quienes celebraron el gesto. El senador republicano Lindsey Graham, fiel defensor de Trump, escribió en X: “Sería un candidato realmente sorpresa. ¡Atención al humo blanco!”. Y aunque todo indica que ni Trump ni ningún estadounidense será elegido en el cónclave que comienza el 7 de mayo en el Vaticano, el expresidente ya logró lo que se proponía: marcar la agenda global con una imagen que nadie esperaba.

Lo cierto es que detrás del absurdo hay un trasfondo mucho más serio. La muerte de Francisco dejó un vacío simbólico que será difícil de llenar. Y mientras los cardenales se preparan para elegir al nuevo pontífice, el mundo observa con atención —y algo de incertidumbre— los gestos y mensajes que surgen desde los centros de poder. Trump, como siempre, eligió el espectáculo. Eligió la imagen. Eligió ser noticia, aunque sea con una sotana digital y una sonrisa contenida.

Porque para él, no importa si el trono es el del Vaticano o el del Salón Oval. Mientras el foco esté sobre su figura, la misa continúa

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