La historia del peluche perdido que terminó en una extorsión de 200 mil pesos en Tunuyán

    Lo que comenzó como una búsqueda solidaria para ayudar a un niño con autismo a recuperar su peluche de apego, terminó convirtiéndose en un hecho indignante en Tunuyán: una pareja exigió 200 mil pesos para devolver el muñeco, aprovechándose de la angustia de una familia desesperada. La historia generó conmoción y repudio en toda la comunidad.

    Provinciales23/05/2025 Expreso Mendoza
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    En Tunuyán, una historia que comenzó con un simple pedido de ayuda terminó por revelar una de las caras más crueles de la deshumanización. Un niño con autismo perdió su peluche de apego —ese objeto que lo acompaña en cada momento de su vida, que lo contiene cuando el mundo se vuelve demasiado— y su familia, desesperada, recurrió a las redes para encontrarlo. Pero lo que esperaban fuera un gesto solidario, se transformó en una pesadilla: alguien decidió aprovecharse de su dolor y los extorsionó por 200 mil pesos.

    El peluche se perdió un miércoles por la tarde, en la plaza principal de Tunuyán. Apenas se dieron cuenta, los padres del niño comenzaron a buscarlo. Publicaron fotos, pidieron ayuda, ofrecieron una recompensa. Cada hora que pasaba aumentaba la angustia del chico, que no podía dormir ni comer, y tampoco asistir a sus terapias. La familia lo sabía: no se trataba de un simple muñeco, sino de algo mucho más profundo y necesario.

    Entonces apareció un mensaje. Una pareja decía tener el peluche. Pero no lo devolverían por solidaridad ni por la recompensa: exigían 200 mil pesos y amenazaban con hacerlo desaparecer si no recibían el dinero. La familia no lo dudó. Vendieron lo que pudieron, pidieron ayuda, hicieron lo imposible para juntar la plata. Y pagaron. Solo así lograron recuperar el peluche y calmar a su hijo.

    La historia se conoció a través del medio local 8Digital y provocó una mezcla de tristeza, bronca e incredulidad. ¿Qué clase de persona puede mirar a una familia desesperada y ver una oportunidad de negocio? ¿Qué nos está pasando como sociedad?

    El hecho fue denunciado ante la Policía y ya se inició una investigación para dar con los extorsionadores, que habrían sido registrados por cámaras de seguridad en el momento de la entrega del dinero. Mientras tanto, la familia intenta volver a la rutina, a la calma, aunque nada será igual después de haber vivido algo tan violento y doloroso.

    Para los chicos con autismo, los objetos de apego no son juguetes. Son anclas. Son su forma de ordenar un mundo que a veces se les presenta abrumador. Arrebatar eso, a conciencia, es una forma de violencia. Que no haya sido un robo común sino una extorsión planificada lo vuelve aún más grave.

    La comunidad de Tunuyán se volcó a apoyar a la familia. Las redes se llenaron de mensajes de apoyo y repudio. Tal vez esa sea la pequeña luz en medio de tanta oscuridad: la certeza de que todavía hay quienes entienden lo que significa ponerse en el lugar del otro. Aunque a veces parezca que, como sociedad, estamos olvidando cómo se hace.

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